Después de más de un año y medio de convivencia con el coronavirus, las incógnitas relacionadas con su comportamientos y con la enfermedad que provoca, la COVID-19, continúan siendo inmensas. Desde personas que no desarrollan síntomas hasta pacientes jóvenes sin comorbilidades que terminan falleciendo a causa del SARS-CoV-2, la diversidad de sus efectos es tremenda. Ahora, un grupo de investigadores ha descubierto que los cerebros de fallecidos por esta patología muestran una inflamación similar a los de pacientes de Alzheimer y Parkinson.

La inflamación del cerebro y el deterioro de los "circuitos cerebrales" que se observan en las personas que mueren de COVID-19 se parece mucho a lo que los médicos observan en los cerebros de las personas que mueren de afecciones neurodegenerativas, como Alzheimer y Parkinson, de acuerdo con los resultados de un estudio publicado en la revista Nature.

Los análisis del tejido cerebral de ocho personas muertas a causa de la COVID-19 y de otras 14 fallecidas por otras causas mostraron "cambios sorprendentes" en los cerebros de los pacientes afectados por la enfermedad provocada por el SARS-CoV-2, según explicó a la agencia Reuters el investigador de la Universidad de Stanford Tony Wyss-Coray.

Su equipo, junto con sus colegas de la Universidad de Saarbruecken (Alemania), analizó miles de genes en cada una de las 65.309 células individuales tomadas de las muestras de tejido cerebral. Así, descubrieron que los relacionados con la cognición, la esquizofrenia y la depresión se "activaban" con más frecuencia en los cerebros de los pacientes de COVID-19.

"También se detectaron signos de malestar en las neuronas de la corteza cerebral, la región que desempeña un papel clave en la toma de decisiones, la memoria y el razonamiento matemático", señalaron los investigadores en un comunicado.

Y añadieron: "Estas neuronas forman complejos circuitos lógicos que realizan esas funciones cerebrales superiores".

No obstante, el equipo no pudo encontrar el virus propiamente dicho en el cerebro, lo que sugiere que "la infección en el resto del cuerpo podría ser suficiente para causar síntomas neurológicos, incluso en personas que no mueren por la enfermedad".

Los hallazgos, señaló Wyss-Coray en un comunicado, "podrían ayudar a explicar la niebla cerebral, la fatiga y otros síntomas neurológicos y psiquiátricos de la COVID prolongada".